Durmiendo con las hadas

                                                  


                                         En el mundo de las hadas

Las hadas conviven con los humanos en la naturaleza sin embargo sólo consigue verlas quien sabe hacia dónde mirar.
¿Existen las hadas? Lo cierto es que no hay nada que demuestre su presencia, sin embargo son otras muchas las preguntas que se quedan en el aire acerca de la existencia de otros seres externos al del ser humano y sin embargo hoy por hoy siguen rondando dudas y cuestiones alrededor de ellas.
Al principio de los tiempos los hombres y las hadas compartían el mismo medio, pero fue la llegada de los avances técnicos los que hicieron al hombre alejarse de la naturaleza, y de las hadas, quienes huyeron a refugiarse en otros lugares.

Mientras los mortales duermen
Siempre se ha referido a las hadas como seres dulces, de sutil belleza, guardianes de las personas y llenos de magia. Sin embargo esta misma magia pueden llevarla a lo más extremo dentro tanto del bien como del mal; de hecho son muy caprichosas y se alteran con gran facilidad. Lo que más pueden enfurecerles son los destrozos que el hombre causa en la naturaleza; algo comprensible, pues es éste el lugar donde ellas habitan.
Es por ello por lo que las personas pueden recibir la visita de las hadas en la noche, cuando duermen, ya que ellas temen la luz ocultándose tras ella para aparecer en la oscuridad.
Las leyendas folclóricas atribuían las pesadillas a la opresión que sobre el pecho del que dormía ejercía un hada maligna. Y de aquí se han escrito muchos relatos sobre experiencias marcadas por supersticiones.

El amor entre hadas y hombres
Si un hombre se enamora de un hada se aventurará en una relación llena de sufrimiento y obstáculos. Ese amor que debería hacerle al hombre el más feliz de la Tierra, si es compartido con un hada, le llevará lo más seguro a un final no precisamente feliz.
Las hadas buscan el amor de los mortales porque en su unión con ellos adquieren el alma que tanto ansían, y así se liberan de aquel hechizo que una vez les hizo convertirse en seres sobrenaturales. Sin embargo, esto les llevará a separarse de los suyos.
Cuando el hombre enamorado alarga su mano sobre ella y ésta la recibe de manera dócil, ya se considerará su esposa. Será a partir de entonces cuando su carácter caprichoso se volverá sumiso y obediente ante su esposo. Pero ante esto el hada siempre pondrá una única condición que el marido debe cumplir; si éste llega a romper la promesa en algún momento, ella se verá obligada a volver con los suyos. Suelen ser condiciones muy peculiares tales como no pronunciar nunca su nombre o que no la mire mientras toma el baño.
Las hadas no comparten ningún tipo de acto cristiano, por lo que este matrimonio se tratará de un compromiso pactado mediante la palabra.
Sin embargo, por su carácter, nunca se llega a saber si las hadas llegan realmente a amar a su esposo o simplemente se dedican a obedecer y a llevar una relación más tranquila para llegar incluso a compartir una cierta felicidad.
Por ello debe ser que hay quienes dicen que la verdadera historia de amor es la que termina de modo trágico: la relación perdura con el tiempo, ese tiempo termina en rutina y la rutina mata al amor.

En la actualidad las hadas se pueden encontrar en cualquier parte del mundo, donde las diferentes familias y grupos formados entre ellas se han ido mezclando; incluso con los hombres.